Fear

This piece is written by a Latin American mother. Please see below for both the English and Spanish versions.

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There is nothing positive about this. There is nothing to celebrate.

The fact that my son declared himself as trans from one day to the
next does not make him brave. This unexpected episode in our family
life feels like doom. Like an unexpected punishment. Of all the
fantasies we had with my husband about the future, nothing like this
ever came up.

And it seems to never end.

We have been able to put the brakes on the desires of my 16-year-old
son, days before the hormonal blockade treatment suggested by a
psychiatrist after two appointments, and by an endocrinologist after only one.

What responsibility and power they could have had over our lives!

I wonder if they realize the effect of their words, spoken with that
pseudo-warmth and paternalistic understanding—as if they were masters,
and we were the apprentices. They have no idea. For them, their suggestion
stems from their ideology, from their moral superiority. From their perspective, we are just poor parents who don't understand what this is about. Poor parents who are trying to avoid their own suffering. They think: I can save this child. I have the power.
I am good, I am progressive, I am understanding.

That damn goodness. Harmful. Widespread

And there we are, both parents in a beautiful, close and loving
family. Frozen in the consultation rooms. Trying to process all this
new information and sudden change in our life path.

We feel alone, lost.

We watch our child non-stop. Trying to understand. Even trying to see
the girl he said was trying to get out. We didn't see her. We never
saw her. We tried to convince ourselves that sometimes she appeared in
small gestures, in some new interest, in some new hobby.

We try to see her in the strange clothes he started buying (much
later I realize what a femboy is). I froze when I found them in his
school bag, where there should only be books and pencils.

Who is this child who buys those hyper-sexualized clothes? My boy who
played with trains? My boy who imitated dad going to work? My boy who
danced when listening to any music?

Who is this boy who arrived with a girly haircut out of the blue? Who is this child who no longer wants to swim at the beach or in the pool without a shirt? Small changes, big surprises.

It scares me.

My boy scares me.

He scared me at the beginning of the school year, when in a long
WhatsApp to his father and me he tells us that he wants to go back to
school as a girl. That there are some fake breasts they sell on
Amazon. That there are some special underpants. That he is ready to
talk to his brothers and our family in 2 weeks.

My heart jumps.

I think it's a knot that is tightened and loosened depending on how things go.

I'm always dreading another announcement, finding more hidden
things, finding out details I don't want to know.

The last time, it was a consultation with a recommended therapist that
my son went to two times. Yes, 2 seems to be enough visits to understand
the obvious. But not what's below the surface. The man with more than 20
years of experience in scrutinizing the human mind did not look below
the obvious, the literal. He should ally with the parents and listen
to us to help this teenager. But no. He tells us about 2 friends of
his daughters who are non-binary, about a boy from his daughters'
school who defined himself as trans as a teenager and came out as
Jessica, about how to use pronouns in Powerpoint presentations.

I don’t buy it. My heart beats in amazement. The knot in me squeezes again, tighter.

I don’t give credit to this doctor. Who do you think we are, do you think we are completely gullible? We are close, loving, intelligent parents, like all parents of children with ROGD—we are studious parents—we have to be.

I don't want any more surprises. But I fear more will come. I am scared of
my own child. I am scared of his present and also of his future. I fear how my other children will take this, the grandparents, the street, the school. When will I stop feeling scared?

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MIEDO



Esto no tiene nada de positivo. No hay nada que celebrar.

Que mi hijo se haya declarado trans de un día para otro no lo hace un
valiente. Este episodio inesperado de nuestra vida familiar se siente
como una condena. Como un castigo inesperado. De todas las fantasías
que teníamos con mi marido, respecto al futuro, nunca apareció algo
así.
Y parece no terminar nunca.

Hemos podido poner el freno a los deseos de mi hijo de 16 años, días
antes del bloqueo hormonal. Tratamiento sugerido por una psiquiatra
después de 2 entrevistas y de un endocrinólogo, después de 1.
¡Qué responsabilidad y poder pudieron tener sobre nuestras vidas!

Me pregunto si se darán cuenta del efecto de sus palabras, dichas con
esa seudo calidez y comprensión paternalista del maestro al aprendiz.
No tienen idea. Para ellos, su diagnóstico nace desde su ideología,
desde su superioridad moral: Pobres padres que no entienden de qué se
trata esto. Pobres padres que están tratando de evitar su propio
sufrimiento. Yo puedo salvar a ese niño. Yo como terapeuta tengo el
poder. Soy bueno, soy progresista, soy comprensivo.

Ese maldito buenismo. Dañino. Generalizado
Y ahí quedamos ambos padres de una familia preciosa, cercana y
amorosa. Helados en esas salas de consulta. Tratando de procesar toda
esta nueva información y cambio de ruta.
Nos sentimos solos, perdidos.
Observamos a nuestro niño sin parar. Tratando de entender. Incluso
tratando de ver a la niña que él decía que estaba intentando salir. No
la vimos. Nunca la vimos. Tratamos de convencernos que a veces
aparecía en pequeños gestos, en algún gusto novedoso, en algún nuevo
hobby. Tampoco.
La tratamos de ver en la extraña ropa que comenzó a comprar (mucho más
tarde viene a conocer lo que es un femboy). Quedé helada cuando la
encontré en su mochila del colegio, donde sólo debiera haber libros y
lápices.

¿Quién es este niño que compra esas ropas híper sexualizadas? ¿Mi niño
que jugaba con trenes? ¿Que imitaba al papá yendo a trabajar? ¿Que
bailaba con cualquier música?
¿Quién es este niño que llegó con un corte de pelo femenino de un
momento a otro? ¿Quién es este niño que ya no quiere bañarse en la
playa o la piscina sin una polera? Pequeños cambios, grandes
sorpresas.
Me asusta.
Me asusta mi niño.
Me asustó al comienzo del año escolar, cuando en un largo WhatsApp a
su padre y a mí nos dice que quiere volver al colegio como niña. Que
hay unos pechos falsos que venden en Amazon. Que hay unos calzoncillos
especiales. Que está listo para hablar con sus hermanos y nuestra
familia en 2 semanas.
Mi corazón va saltando cada cierto tiempo.
Creo que es un nudo que se aprieta y suelta según van las cosas.

Pero siempre estoy temiendo otro anuncio, encontrar más cosas
escondidas, enterarme de detalles que no quiero saber.
La última vez, fue una consulta con un terapeuta recomendado al que mi
hijo fue 2 veces. Si, 2 parece que es el número suficiente para
entender lo obvio. Pero no lo que hay debajo de eso. El hombre con más
de 20 años de experiencia en escudriñar la mente humana no buscó
debajo de sus palabras, de lo textual. Él debió haberse aliado con los
padres y escucharnos para ayudar a este adolescente. Pero no. Nos
habla de 2 amigos de sus hijas que son no binarios, de un chico de la
escuela de sus hijas que en la adolescencia se definió como trans y
salió como Jessica, de cómo usar los pronombres en las presentaciones
de ppt.
No doy crédito. Mi corazón late en asombro. Otro evento sin aviso. Se aprieta el
Nudo nuevamente.
¿Quién cree que somos? Somos padres cercanos, amorosos, inteligentes,
como todos los padres de chicos con ROGD, padres estudiosos. Eruditos.

Ya no quiero más sorpresas. Temo que vengan más. Tengo miedo de mi
propio niño. Le tengo miedo a su presente y también a su futuro. Tengo
miedo de mis otros hijos, de sus abuelos, de la calle, de la escuela.
¿Hasta cuándo?